La crisis

Esto ya era demasiado…
Primero le habían dejado de pagar el plus por hacer el turno de noche, luego le aumentaron el número de clientes a quienes tenía que llevar los pedidos, luego cerraron la sede donde trabajaba y lo trasladaron a Zaragoza.

Y tienes suerte de que no te despidamos – le dijeron.

Y ya estaba viejo. Tuvo que subir aquella pesada carga por la escalera hasta el ático. Consiguió dejar el adoquín debajo de la almohada antes de que el esfuerzo acabara con él.

Aquel fue el último trabajo del ratoncito Pérez.

Autora: Isabel Cuberes