Título: Mequinenza y el Mar de Aragón

Cuando cerraron las compuertas del dique, intentó sujetar con la sirga todos los recuerdos que se estaban tragando las aguas. Miró el pantano desde la orilla.

Dicen que el agua tiene un fulgor plateado por el acero de todas las espadas sumergidas y olvidadas para siempre. Dicen que otras veces se vuelve oscura, teñida de carbón. Dicen que en alguna ocasión se ha vuelto rojiza antes de saltar la presa con el grito dolorido de miles de gargantas desheredadas.

Moncada miró con nostalgia el castillo que probablemente perteneciera a sus antepasados y sus ojos empezaron a inundarse.

Autor: Luis San José