Desde hace quince años, Antonio y sus compañeros del Movimiento Rural Cristiano de Monegros trabajan en Ocotal, una de las zonas más deprimidas de Nicaragua, que quedó asolada tras el huracán Mitch y que, década y media después, sigue sufriendo sus consecuencias. En la actualidad desarrollan varios proyectos sanitarios y educativos y, además de una casa de cultura, una pequeña granja y el apadrinamiento de chavales, mantienen dos comedores que atienden a 150 niños y 70 abuelos. El próximo reto es la construcción de un centro de día para mayores.